Desde el inicio de las artes, la creatividad ha sido una pieza clave en el ser humano, y es prácticamente imposible negar que la inspiración juega un papel inherente. Los artistas se encuentran ante un fenómeno que no es único de la música, sino algo que afecta a todas las disciplinas creativas: cine, literatura, pintura, etc.
En la música, todo artista ha tenido que escuchar melodías, ritmos, incluso vivir experiencias similares, todas creadas o vividas por otras personas en el pasado. Es por esto por lo que el arte en sí es un ciclo creativo, basado en la inspiración sobre otras obras, pero siempre con ingredientes propios.
A veces, los elementos distintivos no están presentes en una creación. Es posible que quien la realiza no tenga la intención de aportar novedad o hacer cambios significativos, sino simplemente beneficiarse del trabajo original. Para sorpresa de nadie, esto es acusado popularmente como plagio.
¿Originalidad, plagio o inspiración?
La originalidad es un concepto diverso y amplio, como la música en sí. Desde la perspectiva jurídica, conocer este concepto es clave para saber si una obra puede calificarse como derivada (inspiración) o reproducción (copia).
En términos generales, una obra es original si tiene autoría, es decir, ha sido creada por un artista y esta le pertenece. Sin embargo, es importante destacar que la inspiración puede ser entendida como un fenómeno universal, algo de lo que el ser humano no puede escapar.
Es por esto por lo que, en la música, la originalidad reside en la capacidad que tiene el propio artista para transformar y reinterpretar las influencias que recibe.
La delgada línea entre el bien y el mal
La línea entre la influencia legítima y el plagio puede ser difusa y, a menudo, depende del contexto y la interpretación legal, ¿dónde termina la influencia legítima y comienza el plagio?
Aunque se ha explorado cómo se aborda esto en términos legales, la distinción entre inspiración y plagio puede ser difusa. A veces, algo puede no ser considerado plagio desde el punto de vista legal, pero sí puede percibirse como tal por los consumidores.
Es cierto que, si alguien quisiera copiar una obra, probablemente elegiría algo que ya sea famoso o exitoso. Sin embargo, esto no sería efectivo, ya que lo original suele ser visto como sinónimo de calidad en comparación con una mera copia.
Además, en la era de la velocidad y el consumo rápido en la que vivimos, los artistas a menudo se inspiran de manera acelerada. Esta rapidez puede llevar a que se califique de plagio de manera prematura, sin considerar la intención y el contexto creativo.
La evaluación apresurada suele ser una consecuencia de esta misma velocidad de consumo. A veces, un trabajo necesita cierto tiempo para tener vigencia y resonar en la sociedad antes de que pueda servir como fuente de inspiración de manera efectiva.
Si se le da el tiempo necesario, el contexto y la originalidad de la obra pueden apreciarse mejor y reducir las acusaciones prematuras de plagio.
Casos reales
Un caso de plagio en la música se convierte en una realidad concreta cuando se lleva a cabo una demanda legal. Normalmente, estas demandas buscan el reconocimiento de autoría en la canción en cuestión, así como un porcentaje de las ganancias generadas.
En algunos casos, las canciones utilizadas a sabiendas de que no eran originales pueden perder todos sus ingresos si se presentan reclamaciones válidas. Un ejemplo notable es “Safaera” de Bad Bunny, Jowell y Randy con Ñengo Flow, que enfrentó una demanda por el uso de un sample de “Get Your Freak On” de Missy Elliott, resultando en la pérdida de ingresos de la canción en favor de la rapera.
Un ejemplo relevante es el de Lana Del Rey y Radiohead, que en 2018 llevaron a cabo una disputa legal por la canción “Get Free” de Lana Del Rey. Radiohead alegó que la melodía y la estructura de la canción eran demasiado similares a su icónica canción “Creep”.
Otro caso destacado que involucra a Pharrell Williams es el de “Blurred Lines”, en el cual él y Robin Thicke fueron demandados por los herederos de Marvin Gaye. La demanda sostenía que su colaboración infringía los derechos de autor de “Got to Give It Up”, de Gaye.
En cuanto a samples no autorizados, Bad Bunny no ha sido el único latino perjudicado, pues Shakira utilizó un ritmo de trompetas de la canción “Amores Como El Nuestro”, del salsero Jerry Rivera, en su famoso hit “Hips Don’t Lie.” Aunque el puertorriqueño alegó plagio, la acusación no prosperó, pues Shakira y sus abogados defendieron que el arreglo de trompetas había sido editado en comparación con la versión original.