La corona del chanteo tiene dueña y es de Kristina

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Segunda sesión de El Ascensor y Kristina no da tregua. La artista sienta cátedra de como hacer un buen reggaeton en dos minutos de puro freestyle. El tema producido por Hottie suena con fuerza, descaro y frescura.

Presencia, tacones y detectores anti-envidia

Kristina no solo se monta en El Ascensor. Irrumpe con actitud, lanzando barras a modo de vacilada en tacones. Este es sin duda uno de sus temas más atrevidos. Una clase magistral de cómo hacer un reggaeton con elegancia sin despeinarte.

Desde el primer compás, Kristina deja claro quién manda. Su presencia se siente antes de que siquiera abra la boca. Todo el mundo quiere perrear su reggaeton. Especialmente las mismas gatas malas y finas que la acompañan desde el principio. No es una artista más intentando destacar. Es una fuerza natural. Está en su zona y rodeada de las suyas.

Cada verso es un golpe de estilo. No necesita gritar para que se note su presencia. Con una mirada y un arqueo de ceja impone respeto. En su voz hay calle pero también precisión y clase. Como si el beat estuviera hecho para ella. La producción de Hottie da el espacio perfecto para que la voz de Kristina respire y suene limpia y afilada. Es un beat sólido donde la fuerza está en el ritmo y las barras.

Confianza, actitud y un talento que no admite comparaciones

No hay ego vacío en Kristina. Cada palabra nace desde la autenticidad y el respeto por la escena. En este freestyle, la artista rinde homenaje a sus maestros del género. Entre ellos aparecen Ñengo, Don Omar y Plan B. No es la primera vez que Kristina tiene este gesto. Ya en “Cómprale algo a mamá” junto a L0rna, llevaba su carpeta forrada con varias fotos de Ñengo. Porque la autenticidad se demuestra reconociendo de dónde vienes, quién te inspiró y qué estás aportando tú ahora. Kristina no imita la escuela del reggaeton. Viene de la escuela pero no es una copia más. La honra y la reinventa a su manera.

Desde la humildad, la artista juega con la dualidad que define al género. La picardía y el empoderamiento. Su talento no opaca su humildad, la refuerza aunque la haga inevitablemente destacar. Es esa mezcla la que la hace única. No necesita proclamarse poderosa, su presencia lo dice. Porque el talento tiene una fuerza propia. Te empuja hacia arriba aunque tengas los pies en la tierra. Puedes ser humilde pero cuando la grandeza es auténtica, es inevitable no pasar desapercibida.

El reggaeton tiene voz propia

Kristina vuelve a demostrarnos que la música no solo se trata de hacer hits. Se trata de ocupar con autenticidad un espacio que desde siempre ha llevado tu nombre. Con humildad y orgullo. Este freestyle reafirma que, en una escena donde a veces prima la estética por encima de la sustancia, la verdadera fuerza está en quien sabe quién es y de dónde viene. Y que la constancia y la confianza en una misma son armas tan potentes como el beat del tema. La corona del chanteo solo tiene una dueña y es Kristina.

Aina Martín Merino
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