LYKI: “No quiero que me definan solo por ser reivindicativa. Quiero que me escuchen porque disfruto haciendo mi música”

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LYKI 222 no hace música para que la definan. La hace para sentirla dentro y transformarse. Desde sus primeros temas hasta sus últimos proyectos, habla de heridas, raíces y luchas con una honestidad con filo. En esta entrevista, la artista nos abre su mundo, sus contradicciones y como encuentra en la música su manera de vivir y de conectar con quienes la escuchan.

A: ¿Recuerdas el momento en el que empezaste con la música? L: Sí, desde muy pequeña. Empecé a escribir con trece años. Mi primer tema fue sobre mi relación con la bulimia. Me daba vértigo enseñarlo pero se lo puse a mi padre y me dijo algo que no se me olvida desde ese día: “No dejes de hacer música.” Fue la primera vez que sentí que podía transformar algo feo en algo que tuviera sentido. Desde entonces, la música ha sido eso para mí un sitio donde puedo convertirlo todo en otra cosa. También recuerdo la primera vez que entré a un estudio y me temblaban las piernas. No sabía ni cómo ponerme delante del micro. Fue un circo total. Ahí supe que quería seguir haciéndolo. Aunque no tuviera ni idea de cómo.

A: Creciste en los 2000. ¿Cómo te marcó esa etapa? L: Buff, muchísimo. Los 2000 fue una época muy jodida para ser adolescente. Sobre todo si eras chica. Crecimos viendo cómo a las artistas se las medía por su cuerpo antes que por su talento. Tenías que cantar, bailar, estar perfecta todo el rato. Esa presión se te mete en la piel. Te hace daño sin que te des cuenta.

A: ¿Quiénes dirías que te marcaron en la música? L: Diría que Dellafuente y Juicy Bae por la combinación de letras, arte y musicalidad. Para mí son mis padres artísticos. El trap flamenco que hacen me parece una auténtica barbaridad. Y por otro lado, la Gata Cattana, sin duda. Tuve la suerte de coincidir con ella en Granada y fue algo que me marcó muchísimo.

Sesión fotográfica realizada por Jotamidler

«Parece que en cuanto haces reagueton ya no eres seria. Como si el perreo te quitara credibilidad»

A: Empezaste con el rap, pero luego te moviste hacia el trap. ¿A qué se debió ese cambio? L: El trap me dio más libertad y salirme del mundo del rap. Hubo un momento en el que me cansó tener que ser “reivindicativa” todo el tiempo. Es agotador que te encasillen en eso. Quiero que me escuchen porque disfruto haciendo música no solo por lo que represento. Hay veces que necesito hablar de mis heridas y otras en las que quiero perrear con mis amigas en la discoteca hasta el suelo. Pero parece que en cuanto haces reagueton ya no eres “seria”. Como si el perreo te quitara credibilidad. 

A: Pasaste por un momento muy duro que te alejó de la música durante un tiempo. L: Sí. Cuando estaba más metida en el rap sufrí una violación. Y la música se convirtió en un lugar que dolía. Todo me recordaba a eso. Estuve un tiempo sin poder escribir, sin querer escuchar nada. Pero al final, cuando empecé a sanar un poco, entendí que la música también podía ser la forma de recuperar mi voz. De volver a ocupar mi cuerpo. Escribir desde esa herida fue lo más difícil y lo más liberador que he hecho.

A: Tu carrera ha ido evolucionando. ¿Cómo describirías esa evolución? L: Cada proyecto tiene su propio dolor y su propia luz. El primero fue desde la herida. Desde la necesidad de contarlo. El siguiente habla de la hipersexualización. De cómo cuando ya has pasado por el trauma, a veces te colocas al otro lado y crees que tienes el control pero sigues repitiendo patrones. Es un tema del que casi no se habla. Y el último proyecto es una dedicatoria a mi padre. Es una manera de cerrar la herida del abandono. 

Sesión fotográfica realizada por Jotamidler

«Hay cosas que no deben mezclarse si no sale natural. No todo puede fusionarse con todo y no todo necesita hacerlo»

A: Tus raíces también están muy presentes en tu música. ¿Qué papel juega tu familia en todo eso? L: Mi madre es francesa y mi padre gitano. De ella aprendí a levantarme, a no rendirme aunque el mundo se caiga. Somos completamente distintas pero la respeto mucho. De mi padre heredé la intensidad, el “si haces algo, hazlo con el alma”. Y luego está el carácter andaluz, que corre por mis venas y me da tierra. Esa forma de hablar, de sentir, de mirar la vida con arte incluso cuando no hay nada bonito. Me siento muy conectada a eso, y está en cada cosa que canto, aunque no lo busque.

A: Las relaciones madre e hija siempre tienen sus matices. ¿Cómo es la vuestra? L: Complicada pero real. De pequeña no la entendía, la veía como alguien que solo imponía. Con los años te das cuenta de que tu madre también es una mujer, con sus heridas, sus miedos, sus decisiones. Y eso cambia todo. Dejas de exigirle perfección y empiezas a ver lo mucho que te ha enseñado.

A: ¿Has pensado alguna vez en unir tus raíces francesas y andaluzas en la música? L: Lo he pensado, pero no forzaría una mezcla solo por hacerla. Hay cosas que no deben mezclarse si no sale natural. Hay que tenerle respeto. No todo puede fusionarse con todo y no todo necesita hacerlo. Prefiero que cada raíz se exprese cuando le toca, sin obligarlas a convivir en un mismo sonido.

«He sufrido violencia e incomprensión tanto por parte de hombres como de mujeres»

A: ¿Cómo te llevas con la exposición y la fama? L: No me flipa. No soy de foco ni de postureo. Tengo mi lado desconfiado y eso hace que a veces me aparte un poco del ruido. No me interesa estar en todo ni tener que gustar a todo el mundo. Voy a mi ritmo, a mi rollo. Creo que si te crees demasiado la película, te pierdes. Prefiero estar tranquila y hacer lo mío.

A: ¿Cómo ha sido tu experiencia dentro de la industria? L: Difícil. He sufrido violencia e incomprensión tanto por parte de hombres como de mujeres. Es un entorno donde muchas veces tienes que justificarte todo el rato. Pero también me ha hecho más fuerte y me ha enseñado a trabajar desde mi intuición y mi propio ritmo.

A: Aun así, te mueves bien entre mujeres de la escena. ¿Cómo ves el panorama actual? L: Sí, me llevo con muchas tías del trap y del underground. Hay mucho talento femenino ahí fuera pero todavía mucha invisibilidad. Hay mujeres que están haciendo cosas muy potentes y no tienen ni la mitad de visibilidad que se les da a otros. En el futuro me encantaría montar un proyecto con mujeres. Una especie de colectivo con artistas que la industria no mira pero que están haciendo oro. Sería una forma de decir que estamos aquí, que siempre hemos estado, aunque no nos hayan querido ver.

«No me gusta encasillarme. Si algo me vibra, lo hago»

A: Después de todo lo que has vivido, ¿qué significa para ti ser artista? L: Ser artista es serlo todo y la nada al mismo tiempo. A veces te sientes poderosa, otras vacía. No soy pura, ni quiero serlo. Prefiero ser contradictoria, tener matices. Eso me hace real. Y si eso no encaja en el mercado o en las cifras pues que no encaje. 

A: ¿Qué has desaprendido como artista que con el tiempo has soltado? L: Demasiadas cosas. Te diría que principalmente no esperar nada de nadie. Ni de quién escucha ni de quién trabaja contigo. Cada persona entiende el poder desde un sitio diferente y creo que todos deben escucharse. Menos en los abusos de poder. Principalmente también he aprendido a cantar sin fruncir el ceño. A conectar con la emoción. No estar todo el rato centrada en lo buena feminista, precaria, inclusiva que debo ser. Siempre te van a sacar fallos por lo que haces y por lo que te dejas sin hacer. Soy un ser humano. Las etiquetas para la ropa.

A: Te defines como multidisciplinar. ¿De qué forma se refleja eso en tu trabajo? L: En que he hecho de todo. He pasado por todos los géneros. Empecé rapeando, luego me metí en el trap, he probado electrónica. Hasta cosas más experimentales. No me gusta encasillarme ni que me digan “tú haces esto”. Mi ritual es conectar con la persona que trabajo y vibrar con la energía. Cuando trabajo con las niñas las velas nunca fallan.

También me gusta tener control de mis proyectos. Me da libertad. Aprender a ser independiente en mi proceso de grabación fue un reto personal pero también un impulso que me dio mi pareja, que es un gran apoyo y una referencia para mí. Me gusta trabajar con quien realmente conecto. Con quien saca la energía que quiero plasmar en cada proyecto. Con mi pareja me sale más la vena de “xula guerrera”, más desafiante. Con C Cutie sale mi lado más introspectivo, más emocional.

A: ¿Qué papel juega el cuerpo en tu música?¿Te gusta trabajarlo desde el empoderamiento, la vulnerabilidad o la sensibilidad? L: El cuerpo es un arma de doble filo. Es el recipiente que recibe los golpes que desaparecen. Por eso siempre intento estar conectada cuerpo-mente para sentir poder. Después de las heridas del abuso, toda mujer necesita esa fase para conectar con el “yo mando” o “yo dirijo”. Me parece super legítima. Por eso, recomiendo entender y abrazar la fase en que cada una se siente con su cuerpo y respetarla hasta que sane. 

Sesión fotográfica realizada por Jotamidler

«Estoy ahorrando para invertir en la música. Porque al final esto es caro y nadie te regala nada.»

A: Ahora estás viviendo fuera de España. ¿Cómo te está afectando esta etapa? L: Estoy en un parón musical. Viviendo fuera, currando y sacando adelante un proyecto educativo para enseñar inglés desde otro enfoque. Estoy ahorrando para invertir en la música. Porque al final esto es caro y nadie te regala nada. Es una etapa de aislamiento, de silencio. Pero de coger aire para lo que se viene.

A: ¿Y qué te espera a la vuelta? L: Varias cosas. Un EP de dos temas con esa energía de chula empoderada. Es la primera vez que parto del concepto y luego llega la emoción. Que construyo la idea y dejo que el sentimiento aparezca después. Lo estoy viviendo desde otro sitio. Más consciente. También tengo una colaboración con Astrantia que quizá se convierta en un EP conjunto. Y a principios de año, un tema con D Basto que me hace muchísima ilusión. Antes de irme grabé un proyecto muy especial en un convento. La energía allí era mágica. De verdad. Pero quiero esperar a sacarlo cuando esté ya en España, para poder vivir ese momento. No quiero que me pille currando y me llegue una notificación diciendo que ya está en plataformas. Quiero estar presente, sentirlo.

A: ¿Cómo te gustaría que la gente conectara con tu música? L: Desde la verdad. Que me escuchen porque les mueve algo. Que bailen, lloren y se vean en lo que canto aunque no hayan vivido lo mismo. No quiero ser símbolo de nada. Solo alguien que se atreve a sentirlo todo y a contarlo. Canto para escucharme decir lo que no me digo. Porque nadie mejor que yo sabe lo que necesito. 

A: Antes de finalizar la entrevista. ¿Podrías recomendarnos tres artistas? L: Obvio. En primer lugar, Astrantia por sus melodías y su voz dulce pero cruda en cuanto a realidades y su conciencia a la hora de escribir en trap. Anita Döe, mi compañera de grupo en Tate Sassy, por su torrente de voz y su versatilidad. Y Cutie C, mujer productora, porque es la persona que conozco que más siente la música y te hace creer en tu talento. Las amo.

Crear no siempre tiene por qué nacer del dolor ni de la obligación de denunciarlo. El arte también puede ser disfrute y el simple deseo de hacer música porque sí. Y ambas opciones son válidas.

LYKI 222 ha encontrado coraje en su propio camino y entiende que ser mujer y creadora no significa tolerar abusos ni cargar siempre con el papel de ser reivindicativa. Su trayectoria es la de una artista que se ha hecho a sí misma entre luces y heridas pero que se niega a quedar definida por ellas.

Sesión fotográfica realizada por Jotamidler
Aina Martín Merino
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